Bin Laden son los padres

¿Y si Bin Laden son los padres? ¿Y si es un producto de tu imaginación? ¿Y si, en verdad, murió en 2001 y ahora todo es una estregia de marketing? ¿Hay motivo para ello? Cuando acabó la Guerra Fría, Fukuyama, primo de Fukushima ‘El Nuclear’, dijo que la Historia se había muerto. Que ya estaba todo hecho. Que la Humanidad entraba en una era de paz y felicidad, porros, arcoiris, sobacos peludos y comenzaría a extenderse el uso indiscrimado de palabras como ‘gracias’ o ‘por favor’ el lugar de los clásicos ‘que te jodan’ o ‘porque me sale del nabo’. Se equivocó. Muchas mentes pensantes creyeron que el atentado de las Torres Gemelas era la prueba evidente de que la Humanidad, es decir, occidente porque los demás no cuentan, se enfrentaba a otro capítulo de su propio libro de Historia. Los rusos y todo lo que tenía color rojo ya no era problema; a partir de ese momento lo iban a ser los turbantes de señores barbudos.

Bin Laden en una de sus últimas apariciones, en casa de Carlos Sobera. (Imagen: Reflexiones reflexivas)

Si Fukuyama y sus seguidores no hubieran tenido que envainársela en aquel momento, seguramente ahora muchos se atreverían a decir que, una vez que Osama Bin Laden está muerto, la Historia nos conduciría a otro estadio de movimiento ‘flower power’. Escarmentados de aquella y, sobre todo, con el temor a represalias por la muerte del líder del movimiento terrorista islamista, lo que está claro es que la movida del Bin Laden va a traer cola. Sobre todo por todas las dudas que se arrojan sobre si, realmente, está muerto o tomando cañas. Pero, ante todo, sobre cómo van a reaccionar los piraos estos que se cuelgan cinturones de dinamita y se ponen a fumar en lugares concurridos de inocentes.

Queridos Reyes Mágicos:

Este año que se acaba de ir a tomar por saco (bendita la hora), me he portado todavía peor que hace dos. Y que hace tres. Como concadeno desgracias, soy ahora más chulo que Ramoncín. Ya me podéis traer un carro de ‘cagaos’ de los camellos esos que os venden lo de estar despierto toda una noche de curro, que me resbala. A ver con qué me sorprendéis este año.

Pero yo no pido para mí, que eso es de egoístas. Voy a plantear esta carta que os escribo como lo hacen los niños que se presentan a esos concursos que organizáis desde Oriente. Esos de escribir la carta más bonita para leerla al recibiros, si lo ganas, en público y ante atril, acompañado del alcalde de la ciudad que corresponda y de ustedes tres (concejales?), mientras miles de niños empiezan a salivar porque no ven llegar el momento de descorchar las bolsas de caramelos. Todas esas cartas que los nenes os escriben empiezan así: «Para este año, quiero la paz en el mundo».

Guerra en colores

Corea del Norte es un país que está al norte de Corea del Sur, que está al sur. Siempre está nublado y llueve. Es gris como el camino que llevaba al castillo de ‘La Bella y la Bestia’, donde estaba el bicho malo, o como en la cueva en la que vivía Scarf, el tío malvado del cachorro Simba. (Para quien no lo sepa, en el ‘Rey León’, Scarf era Irak y Simba era los Estados Unidos en aquella Guerra del Golfo que vimos por la tele. La forma de Disney de mostrar a la generación que vivió la invasión de Irak que Sadam Hussein era muy malo porque vivía en la sombra, y que los USA molan porque son los que se llevan a la chica. Quizá así, aquellos niños que hoy son soldados, emprenderían la causa con un mayor entusiasmo. Para matar a Scarf por haberles hecho llorar cuando eran infantes).

Prosigo. En Corea del Norte, la gente viste de oscuro y se come a los niños. El hombre del saco campa a sus anchas y la bruja piruja surca el cielo de ennegrecidas nubes con su escoba de volar. Ese tétrico país parecido a Mordor está gobernado por un niño gordinflas (Un). Su padre (Il) es muy malo. Pero su abuelo (Sung) era peor. El caso es que el nene la ha preparado casi casi de sus mismas proporciones. Obama ya le ha regañado.

Obama ‘catea’

Se convirtió en algo así como un príncipe de la paz y ahora todo un pueblo como el de Estados Unidos le castiga. Barack Obama recibió un cuestionado premio Nobel que no le ha dado alas. Quizá porque en el contexto en el que apareció el que posteriormente sería proclamado como primer presidente negro del país destilaba ya un hedor irrespirable durante el Gobierno de Bush y la preocupación mundial iba en aumento debido a cuestiones de seguridad. Sea como fuere, queda acreditado que sobre Obama se depositaron más esperanzas de las que probablemente podía contener.

También sigue con esperanzas el ‘monstruo de Amstetten’, condenado por violar y secuestra a su hija durante 24 años. Cree que su ex mujer aún le ama. Y dice que tiene miedo a que alguien se la robe mientras está en prisión.