Bien tocaos…

Publicado: 18 May, 2011 en Cajadigit@l
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En el hipotético caso de que se diera la circunstancia remota de que una posibilidad, por mínima que fuera, pudiera traer a colación el hecho probable de que Irán nos invadiera, yo no opondría resistencia alguna. ¡Mira que tienen que venir de fuera a poner orden! La catástrofe de Eurovisión es una evidencia más de que la sana práctica de votar, no lleva a ningún lado. Los multimillonarios chupócteros se creen que por el hecho de estar forrados en euros tienen vía libre para poder tirarse a cualquier chavala de buen ver que pillen por ahí, en la habitación de un hotel, por ejemplo. Ya no hay modales ni honestidad ni coherencia ni educación ni civismo ni respeto.

Tanto es así que, cada vez más, como en una especie de ‘Revoluciónate, que algo queda’ ya en tercera parte, muchos jóvenes con la piel más clara que los que se amotinaron en Oriente, ahora han decidido tomar las calles para protestar contra lo improtestable, o lo que es lo mismo, contra sus poderes públicos. Los políticos salen ahora a la palestra para desmitificar el mito, hacer de menos al germen de algo que puede que prospere hasta resultar del todo incómodo. Los de un lado y los del otro, es decir, los de las dos españas y los que se empeñan en ser alternativa a algo que no tiene vuelta de hoja (políticos, claro está, me refiero) han tratado de quitarle hierro al asunto de ese personal que ahora, como está en paro, no tiene nada mejor que hacer que tocar los cojones. Pues ale. Bien tocaos.

Algunos responsables de los medios de comunicación españoles se han ganado durante estos días, si cosa mía fuera, una bonita estancia en el Guantánamo que amparan. Y se lo han ganado sólo por el simple hecho de haber tildado como ‘antisistema’ ese movimiento que surge, para variar, de las redes sociales, y que Twitter ha fotografiado como #spanishrevolution o #acampadasol. Realmente la situación ha llegado a un momento en el que, si bien los antisistema clásicos con sus pintas, sus perros y sus flautas están presentes, la cuestión va más allá. La generalidad de personas, personajes, perfiles y tipos de hombres, mujeres, jóvenes y jóvenas que han participado en la protesta, obviamente, habla de otra cosa. Aunque ellos no sean los que salen en la batalla, allí estuvieron.

Habla de una situación en la que las revueltas ya no son pataletas dadas por quien siempre las daba. También esas personas que han estado tranquilas en época de vacas gordas y que no la montaban, se han sublevado. Y son, por tanto, gentes nada sospechosas de ser antinada. O, al menos, anti nada más que personas a las que se les está presentando en bandeja obviedades que antes no les afectaban. La nula capacidad para poder plantar batalla a la gran empresa privada está llevando, con años de retraso eso sí, a los políticos a una situación, al menos, compleja. 

En las imágenes que se han emitido de una forma vergonzonsamente escandalosa en televisión, se han podido ver varios ejemplares de ‘Indignaos’, de Stephane Hessel. Y mejor aún, se han podido ver en los cientos de vídeos que circulan por Internet, que una vez más se ha convertido en el atajo por el que llevar de una forma más rápida y efectiva aquellas cuestiones que a los medios de comunicación, en pleno proceso electoral, no les conviene publicar o emitir.

La verdad es que ‘el viejo’ (Hessel) poco dice en su libro. Pide a los jóvenes que se indignen y que protesten por lo que es suyo, sobre todo por la dignidad, al igual que en su momento se hizo en otros puntos de Europa, lo que llevó a plantar un frente social contra el nazismo. Quienes participaron en todo aquello, vivieron, al igual que el autor de ‘Indignaos’, tiempos de penurias y de juegos al ratón y al gato con sus carceleros alemanes en los campos de concentración. Quienes sobrevivieron, como fue su caso, celebraron por todo lo alto que aquella ONU escribiera la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Quizá Hessel, que en su libro no dice cómo hay que indignarse ni qué hay que hacer, aunque tiene que ser de forma pacífica, pueda celebrar desde donde esté no dentro de mucho una segunda era de aquel texto. Aunque eso sí, para eso, hay que indignarse aún más. Y organizar a una sociedad desorganizada porque, simplemente, la han convertido en tan individualista que ya nadie se parece a nadie. Y no sé si saldrá. Pero ¡bien tocaos!

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