«El libro de Historia en el estante…

… siempre se está repitiendo». Venga, vale. Lo asumo. Todas mis teorías catastrofistas son inventadas. No estamos al borde de desaparecer como especie. Sólo estamos como cuando Franco, es decir, en 1974. El entrecomillado que da título a esta tontuna es el inicio de la letra de Waterloo, aquello que con tanta gracia cantaban los de Abba y que les valió para ganar un festival musical que había en la época y que se llamaba Eurovisión, que dejó de celebrarse y emitirse para todo el continente hará como unos diez años. Esa noticia, la de los suecos que ganaron en el concurso ese que nos enseñó a decir los nombres de los números en inglés (eit poins) y en francés (tuá puá) es uno de los temas que se incluyeron en la portada del diario ‘Ya’ un día, en un mes de abril de hace 37 años. Es la única noticia que no coincide con lo que ha podido ser la portada prácticamente igual a la de cualquier periódico de esta semana.

En el resto del contenido de aquel periódico de los que se hacían en papel llevaba que si Gadafí sí, que si Gadafi no y también hablaba de los límites de velocidad recién aprobados, daba consejos para ahorrar en energía, la crónica de un partido de baloncesto entre el Real Madrid y el Juventut, y analizaba los datos económicos de una economía en crisis por el tema del petróleo. Eso de que la Historia se repite y de que ella misma se encarga de mostrarnos sus errores para que no la sigamos prostituyendo son de esos tópicos historiográficos que siempre piden la vez para intervenir.

Revoluciónate, que algo queda II

Egipto es un país de mezclas culturales. Una situación dada por el rollo aquel que se traían Marco Antonio y Cleopatra. De la mezcolanza de egipcios y romanos salió una nueva raza que iba a colonizar el mundo y que se ha quedado en nada. Además, como todo el mundo sabe, las pirámides las trajeron los marcianos en sus naves espaciales, habida cuenta de la relación extratérrida que tenían los señores estos de perilla y que escribían con dibujos inanimados con los seres de otro planeta. Tenían muchos dioses, como Amón-Ra (Ramón, en castellano). Se ve que de tanto mirar al cielo, han permanecido durante varios miles de años cegados por la luz del sol.

Al cabo del tiempo, un señor que se llamaba Jesucristo, un hippie de la época que de tanto fumar canutos se creyó el hijo de dios, llevó hasta aquellas tierras de palmeras y camellos una nueva religión, que convive desde entonces con la de los musulmanes, que es la misma que la cristiana, pero sin poder emborracharse. Una mezcolanza que, además de por la situación política, queda en contraste con un elemento más del puzzle: los guiris de pantalones estampados con flores y chancletas de cuero que se evaden con impertinencias de los nativos que acuden a ellos buscando una moneda para poder sacar adelante ese mismo día a los miembros de su familia. De Bisbal no voy a decir nada.

Y cómo son las cosas que ahora, cuando ya no hay ni un duro para comprar el pan, personas tan diferentes, enemigos irreconciliables, se dan la mano para aprovecharse del mercado global, comprarse gafas de sol y tratar de que sus rayos les dejen de cegar. Y echar al tirano. Uno más.

Sé lo que hicistéis el último año

Diciembre de 2010. Se acaba el año. Los villancicos suenan solo en los supermercados como una estrategia para captar clientela y animar en las compras, aunque aún sigue habiendo ‘tipos duros’ a los que las luces, la nostalgia, los mazapanes y los regalos bajo el árbol de Navidad no son elementos que, precisamente, les ablanden el corazón. Sea como fuere, ese momento mágico del año en el que los termómetros muestran signos negativos, en los que se conjugan en televisión mensajes de solidaridad navideña con anuncios de juguetes y perfumes, es para hacer balance.

Todos, seguro, lo estamos haciendo o lo hemos hecho ya en lo personal como individuos de un mundo que no para de girar. Lejos se queda aquella noticia que sobrecogió al planeta, cuando en el mes de enero con el que se estrenó el todavía presente año, mostraba las consecuencias del terromoto que asoló Puerto Príncipe, la capital de Haití. Un país, que para su desgracia, sigue siendo noticia a finales del mismo periodo.

 

A propósito de Berlanga

Todo el mundo tiene unas películas ligadas a momentos de su vida. En la mía, de Berlanga hay dos. Jamás olvidaré todo lo que pasó la noche en que vi por primera vez ‘La Vaquilla’. Y siempre estará en mi memoria ‘¡Bienvenido Míster Marshall’ y aquella habitación de residencia universitaria. Por eso, el hecho de que este director de cine haya fallecido durante este fin de semana, merece la notoriedad de encabezar este post.

Era ya mayor. Sus 89 años de intensa vida (marcada por la Guerra Civil) le regalaron en su final una muerte natural, según ha asegurado su familia. Berlanga tiene más películas sobre sus espaldas, pero esas dos que he señalado, generalmente, son las más conocidas. A la hora de seleccionar una escena para recordarle vienen las dudas. Quizá me hubiera decantado por la segunda de ellas y por el discurso del alcalde en el balcón de la casa consistorial de la plaza del pueblo, que sin embargo enlazo aquí. Pero decido poner en su lugar la canción de esta historia de ilusiones porque, al final, siempre estará ligada a su obra.

¡Salvados!

Aquello de lo del Sáhara que comentaba en el anterior post, que parecía de cierta gravedad, se ha quedado en una broma. A todo eso le ha seguido la continuación de una crisis que vete tú a saber a dónde va a ir a parar. Vuelve a haber periodistas entre los implicados en una disputa histórica por la soberanía del Sáhara que, sin saber muy cómo, ha despertado de nuevo ahora. Incluso con un muerto más que ha tocado de cerca, un hombre que nació en territorio saharaui cuando pertenecía aún a España y que algunos medios lo han utilizado para poner un acento más largo a esta situación.

Lo que sí dará que hablar en los próximos días es la celebración de la reunión del G-20 en Seúl, al lado del país ese donde siempre está nublado y que está gobernado por un niño gordinflas desde hace poco, Corea del Norte. Y se reúnen para salvarnos del mal. A todos. ¡Gracias G-20!

Bajar y subir

¡Pobre Zapatero! Como un español más, me he sentido como ese refrán que dice que en la casa del pobre la alegría suele durar más bien poco. Hace unos días, la Encuesta de Población Activa (EPA) anunciaba una bajada del paro. Ahora el Inem dice que vuelve a subir en el mes de octubre.

¿Quién lo entiende? A estas alturas de la película y con esta crisis galopante que está sacando a la gente a la calle a hacer cola ante las oficinas del paro, parece más necesario que nunca unificar criterios. La EPA contempla, por trimestres, el número de personas en edad de trabajar que no lo hacen. El Inem cuenta mes a mes a todas aquellas personas afiliadas a la Seguridad Social, cobradores de prestaciones o individuos que buscan empleo.

Los números, al final, no se parecen en nada y despistan un poco, aunque se publiquen en el mismo mes. La EPA del último trimestre y publica este mes abarcaba el verano y esos contratos temporales de trabajadores esporádicos que aprovechan la época estival para sacarse unos euros de cara al duro invierno. Pero el mes de octubre por sí solo vuelve a reflejar que las cosas no pintan tan bien como hacia entender la EPA, según el Inem.